JORNALEROS Y LATIFUNDIOS EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA

Durante el siglo XIX, aún había rasgos preondustriales, existía la subsistencia agraria y las duras condiciones de vida. El despegue de la actividad industrial y comercial fue costoso por la falta de capacidad de los campesinos.

Las reformas liberales y la desamortización empeoraron la vida rural, donde en la cual existían tres tipos de campesinos; pequeños agricultores propietarios; pequeños arrendatarios; y jornaleros.

La situación de los campesinos del suroeste era la más crítica, ya que pasaban épocas de muy mala vida. Como dato, en Andalucía solamente cobraban 1'75 pesetas, lo que condicionaba a los campesinos a poder hacer la compra de los productos básicos para poder vivir. 

En el siglo XIX ya surgieron revueltas agrarias en esta zona (suroeste peninsular), pero en el primer tercio del siglo XX, la UGT ya se afianzó en Castilla La Mancha y Andalucía. El sur estaba dominado por los latifundios, por eso, los jornaleros dependían solo de ese ingreso y en un cierto periodo de tiempo. A ésto, se le sumaba también el mal trato de los cuerpos del Estado. Los yunteros, que abundaban en Badajoz y el sur de Cáceres, tenían una situación muy dura también, ya que dependían del latifundista para poder obtener su propia cosecha.









Durante la II República, los de izquierda y defensores de los obreros, pusieron como prioridad a este conflico, aunque derechas intentaron paralizar este proceso y poner trabas en todo lo que podían. Ya en 1932, se puso en marcha la Ley de Bancos de la Reforma Agraria, impulsada por el gobierno de Manuel Azaña.

Entre 1940 y 1945, estos problemas se dispersaban sobretodo en el suroeste de la península, aunque en los años 60 y 70, el latifundismo fue perdiendo peso por el proceso de industrialización y urbanización.

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